lunes, 20 de julio de 2009

Ediciones PROMIR

Los libros de la Fundación PROMIR pueden encontrarse a la venta en un stand especial de la librería Ross, en la peatonal Córdoba. El mismo se encuentra en el Primer Piso.

Héctor O. Alonso: "Palabras, palabras, palabras"


PRESENTACIÓN DE LA OBRA “PALABRAS, PALABRAS, PALABRAS” del Profesor Dr. Héctor O. Alonso

ALONSO, Héctor O. (2006): Palabras, palabras, palabras sin figuras ni conversaciones, Rosario: Fundación PROMIR /Corpus editorial

Presentado por los Dres. Alberto D’Ottavio y Juan Carlos Paradiso

Rosario, Centro Cultural Ross, 4 de diciembre de 2006

Antes de adentrarme en la obra que estamos presentando, como conozco al profesor Alonso desde hace mucho tiempo, quiero aprovechar para contar una pequeña anécdota.

Me debo remontar a los primeros meses de 1972, a propósito del concurso para Residentes de 1º año en el entonces Hospital Escuela “J.M.M. Fernández”, hoy el hospital Eva Perón de G. Baigorria. Allí yo aspiraba a una plaza en la residencia de Medicina Interna.

Una de las pruebas era de idioma inglés, que se tomaba traduciendo un párrafo. Serían unas 100 palabras. Como datos curiosos: Todos los aspirantes rendían juntos, independientemente de la especialidad y todos debían leer el mismo fragmento frente al tribunal - seguramente, para comparar la fluidez de cada uno –. Pero era un examen individual, de manera que nadie veía ni escuchaba el examen de los otros.

Un candidato a residente de cirugía, Forte, sale de dar su examen y dice: “era muy fácil, era un párrafo que decía…” (y lo repite casi completo)

Yo en ese entonces tenía una gran memoria.

De modo que cuando entré repetí el párrafo casi entero, por supuesto en castellano, con toda la apariencia de una traducción excelente, hasta con entonación creo.

Pero de pronto llegué a una palabra que no conocía – en realidad que no había sido anticipada por Forte –. No era particularmente difícil, pero…

Recuerdo que se trataba del verbo: to weigh /wei/ pesar o quizás weight /Weit/ peso (de un cuerpo), en cualquier caso una palabra de inglés básico.

Pero allí de golpe me detengo y digo: “esta palabra …” … ‘significaba….’

Y cometo el error de intentar pronunciarla en inglés … no sé qué habré dicho.

Pero igualmente ya el tribunal estaba bastante convencido de mi fluidez.

Entré como residente. Y al poco tiempo Alonso me dice:

“Aquí hay un trabajo de revisión sobre cáncer. Tómese unos 15 días, a lo sumo un mes y tradúzcalo, usted que lee tan bien inglés…”

“Y después nos da una clase de actualización para la cátedra.

Creo recordar que su voz se fue haciendo cada vez más suave.

Lanari dijo de Alonso que su voz era como la música de Mahler (pág 95) que aumenta y disminuye de volumen hasta hacerse casi inaudible… Nosotros cuando escuchábamos una de sus clases, sabíamos como agudizar el oído para que no se pierda ninguna palabra.

También sabíamos que ese descenso de la voz podía indicar que la sugerencia, era muy perentoria.

El trabajo de revisión en cuestión era un número entero de la revista “CA – A Cancer journal for physicians”, publicación de la American Cancer Association.

Así fue como empecé a estudiar furiosamente el inglés. Creo que en un mes ya podía traducir bastante bien un artículo de inglés médico con diccionario al lado.

Después dejé las muletas.-

Siempre agradecí a esa sugerencia, con esa voz de intensidad disminuida, el haberme obligado a estudiar inglés.

En noviembre de este año asistí a la presentación preliminar del libro en un congreso de la fundación Promir.

A los pocos días me llama Alonso y pregunta: ¿leyó el libro? […]

Me gustaría que usted lo presentara – susurró – más o menos en quince días.

No sé por qué tuve la sensación de empezar otra vez la residencia. Tuve que aprender mucho sobre Proust, Chesterton, Mahler y tantos otros […]

Pero también debo agradecer esta posibilidad, sobre todo porque me hizo leer un libro realmente hermoso.

El Dr. Alberto D’Ottavio ya hizo un comentario de la obra en general y en particular desde el punto de vista literario. Yo comparto sus apreciaciones y no voy a ser redundante.

Sólo voy a referirme a algunos aspectos del texto, algunos temas recurrentes sobre los cuales Alonso reflexiona y nos invita a hacerlo junto con él, y también trataré de encontrar alguna línea de continuidad entre la obra y el autor, que me ha honrado con su amistad y me distingue al elegirme para esta presentación.

La filosofía de Alonso

Generalmente, los autores que provienen de las ciencias biomédicas, no se sienten obligados a explicitar su posición epistemológica o a lo sumo se presentan como representantes legítimos de la Ciencia. No es el caso de Alonso, quien generosamente nos revela sus puntos de apoyo, tomando posición frente a cada problema o situación que requiere de una valoración epistemológica o ética.

Pero los intereses son tan vastos, que es difícil poder seguirlo en todos los frentes:

Adhiere a las ideas del Renacimiento y la Ilustración (pág. 35) (pág. 262) y en su defensa de las posturas de la ciencia tiembla ante el fanatismo religioso.

Se declara materialista en su filosofía y monista en oposición al dualismo cuerpo / mente (pág. 31) y al no creer en la existencia del alma da mayor importancia a la vida humana, porque es lo único que tenemos y por lo tanto sagrada.

Pero volverá a desdramatizar, porque la existencia solo puede ser vista como una cosa absurda, dolorosa, no demasiado seria. Al hombre, sin embargo, lo salva la poesía:

Entiendo la alegría, el júbilo y el éxtasis, ese espíritu que raramente… raramente nos visita, y que nos permite, por breve tiempo, tener alguna revelación del universo. (Pág. 34)

Delimitación de la ciencia

Uno de los aspectos que preocupa a Alonso es la delimitación de la ciencia, esa línea a veces delicada que la separa de las seudociencias. Sabe que ésta es una tarea a veces ingrata pero que debe hacerse:

El “aspecto de incerteza de la ciencia, lo provisional de sus conclusiones, que suele irritar a sus detractores, es justamente su carácter más noble y humano, porque encarna una lucha quijotesca compuesta más de fracasos que de triunfos”. (pág 266)

Reflexiona sobre las leyes científicas (pág. 128), aquéllas que ayudan a la delimitación del status científico y reconoce en Popper un hito importante, con su concepto de falsación. Pero pronto vuelve a abandonar la solemnidad y nos recuerda que la Regla de oro de las ciencias y las artes es:

“quien tiene el oro hace las reglas”.

Retoma el tema en su ensayo “Las limitaciones y perplejidades de la ciencia; los deleites y las certezas de la pseudociencia”. Cita a Mark Twain (pág. 72) quien prefería los pecados de una muchacha

“Hay mucho de bueno que decir de ella, pero lo otro es más interesante”

Al aplicar la misma expresión a las diversas pretensiones de cientificidad, Alonso discute el atractivo de la seudociencia y avanza una hipótesis con la cual trata de explicar

“Por qué preferimos olfatear el penetrante aroma del sulfuro que los suaves perfumes de la virtud.”

La seudociencia que Alonso nombra en singular, abarca un amplio panorama, con figuras comunes que pululan en los anuncios de los diarios y en publicidad de variadas prácticas sanadoras del cuerpo y del alma: Astrología, Homeopatía, Telequinesis … y aún el Psicoanálisis.

El autor nos da una serie de características de la pseudociencia… de las cuales solamente voy a mencionar algunas:

“Uso de mitos ancestrales para apoyar teorías… que luego son usadas para explicar los mitos…” un pensamiento circular.

“El acendrado fundamentalismo de la seudociencia constituye una forma de aceptación de lo irracional que, en sus aspectos más extremos, entraña un riesgo y un retorno al primitivismo del tambor”

En ‘Una mirada a la homeopatía, por un alópata’ (pág. 150) recuerda con ironía que los mismos homeópatas destacan que su práctica curativa no necesita del diagnóstico. El autor parece tener muy claro que la mejor forma de refutación proviene de los propios enunciados de sus defensores. Como que el agua podría recordar sustancias que alguna vez estuvieron disueltas en ella, pero sólo si era vigorosamente agitada.

Con todo, la homeopatía, en términos de Popper es pasible de refutación. Más autosegregadas del tronco científico son las teorías que, por su gran plasticidad, no pueden ser refutadas por los hechos. Y allí ubica al Psicoanálisis (pág. 161), por su propia naturaleza conjetural.

La medicina. La clínica

Plantea claramente que la medicina es ciencia y es arte. Es una actividad humana, por lo tanto necesita la mirada de la ética y de las humanidades. Ingresa a la economía preocupado por la crisis a la cual nos lleva el reinado sin control de la tecnología y encuentra en los clínicos, así como en los médicos generalistas, las figuras alrededor de las cuales se podrá restituir una racionalidad perdida. Y en ‘Vida muerte y resurrección del Clínico General’ (pág 131) su refutación de una tesis de Spencer suena bien a nuestros oídos americanos, azorados por las tesis racistas del autor inglés.

En ‘El Clínico, el generalista y la economía’ (144) discute la tensión entre el acceso social a la Medicina, la calidad de los servicios y el coste. Esta problemática se relaciona directamente con la introducción acrítica de la tecnología.

Problemas éticos (38) (100)

La Medicina no puede soslayar una permanente reflexión sobre las consecuencias éticas de sus prácticas. Esta reflexión deviene desde los tiempos de Aristóteles, para quien en toda acción (praxis) hay un principio rector: “hacer el bien es su propio fin”. Por tanto, desde estas reflexiones antes de aplicar cualquier destreza o técnica – que se relaciona sólo con el producto – debe primar el juicio práctico – que se orienta hacia el proceso de adoptar una acción –.

En sus reflexiones se refiere en particular a tres virtudes de los médicos:

1) El compromiso de cuidar la vida y la salud

2) La responsabilidad por el paciente: que incluye velar por su bienestar, tanto como ser honesto y sincero.

3) La autonomía en las decisiones.

Cada una de estas virtudes tiene hoy sus limitaciones o condicionantes que crean situaciones dilemáticas, es decir que contienen premisas aparentemente contradictorias:

¿Qué hacer hoy ante el dilema de mantener la vida a toda costa versus permitir la muerte digna?

¿Cómo elegir en una situación en la cual la verdad puede restringir el bienestar del enfermo? ¿Cuáles son los límites de la sinceridad?

¿Las regulaciones sociales, las exigencias sociales, el trabajo en relación de dependencia en instituciones cómo modifican la autonomía?

Alonso también indaga y nos brinda sus propias respuestas en temas como la experimentación animal 38 con fines de investigación, el medio ambiente (178) y otros. A través de una argumentación, nuestro autor toma partido por la vida humana y es reticente a la reintroducción de especies extinguidas o en extinción, como el oso pardo o el ciervo, en ciertas regiones de EEUU, por el daño ecológico 181.

La universidad y la facultad de Medicina

El profesor Alonso ha dedicado su vida a la enseñanza de la clínica en la Universidad. Ha conocido diferentes planes curriculares, los que son sometidos a un análisis crítico, con un sabor a veces amargo, otras veces ácido. Analiza la fragmentación de la clínica (123) – otro legado spenceriano – y la reconstrucción por subespecialistas. En la universidad reaparece la tensión entre masividad y calidad, donde se traduce en la confrontación entre capacidad de la institución para la formación de profesionales y requerimientos estudiantiles de ingreso irrestricto.

Pero su visión de la política universitaria, sus posiciones sostenidas con firmeza, también le han valido dolores, que sintetiza así:

“Es imposible participar en política universitaria sin ganar enemistades.”

“No cosechar enemigos es un signo seguro de cobardía y deshonestidad intelectuales.”

Resumen del pensamiento

Alonso no usa un estilete sino una espada de doble filo.

Parafraseo a Ángel Cappeletti:

Por una parte tiene un filo dirigido hacia los mitos y tabúes sociales, hacia las prácticas tradicionales precientíficas, las medicinas alternativas, a las cuales no acusa de demasiado nuevas, sino de demasiado viejas.

Por otra parte, previene contra algunas ideas y prácticas contemporáneas, que cree se han dejado seducir por el democratismo, sin pasar por la prueba rigurosa de la ciencia.

El autor expone su pensamiento y se expone en todos los frentes imaginables: invita a los lectores a tomar posiciones y los desafía con una clave, como que nos dijera:

‘‘No espero que mis interlocutores compartan todos mis puntos de vista.”

“Sí reclamo planteos sinceros y a veces vehementes.”

“Si todos están de acuerdo con todas mis ideas … quizás yo mismo deba revisarlas”.

Se podrá estar de acuerdo – o no – con la posición epistemológica del autor. Compartiremos o no el materialismo y el monismo. Se aceptará o no que la vida animal debe subordinarse a la vida humana, que las medicinas alternativas deben descartarse, que el Psicoanálisis es seudociencia, que el ingreso a la universidad no puede ser irrestricto so pena de que la institución literalmente se hunda. Se podrá coincidir o disentir acerca del mejor curriculum para la Facultad de Medicina. Pero los puntos de vista de Alonso son sumamente poderosos y están expuestos en forma brillante y honesta.

En todo caso, el libro es una exposición sincera y debería dar lugar a reflexiones profundas. Nos invita a pensar que la razón no está siempre de un lado, que hay razones de uno y otro lado. Y que la tolerancia es un principio irrenunciable.

Quien lea estos textos de Alonso tendrá una via regia que lo acercará de manera claramente perceptible al propio autor, un ensayista que se abre y se funde con casi todos los temas que conmueven al ser humano. A la vez encontrará exquisitas notas que le permitirán acercarse a otros mundos hasta ahora casi exóticos para nuestro ambiente científico. Los textos de Alonso se parecen a él. Y quizás Alonso se parezca en alguna forma a los autores, a los personajes y a las obras que constituyen su riquísimo bagaje:

v Vibrando con la música del perfeccionista Mahler, esa demasiada música de una intensidad que va desde la elocuencia y el énfasis hasta un hilo que se hace casi inaudible.

v Se lamenta de que la producción de Dylan Thomas sea escasa y desperdigada, rescatado ahora gracias a algunos de sus amigos.

v Le conmueve la sutileza de un Eliot.

v Señala una coincidencia estilística entre Chesterton – un hombre de letras de intereses variados: cuentista, novelista, biógrafo, crítico literario, historiador – y Proust – hombre de un solo libro, obsesivo, perfeccionista (pág. 297) – ambos compartiendo un gusto por la riqueza de la adjetivación.

v Alonso Quijano arrojando su alta y querida figura contra los molinos

v Karl Popper en clave humorística de Oscar Wilde.

v La epistemología de Mario Bunge, con quien el autor intercambia correspondencia (y tiene la modestia de no mencionarlo).

v La semblanza de los grandes clínicos de Rosario

Sí. Nuestro Alonso se les parece. Alonso Quijano (nos dice Borges) fue una creación de Cervantes. Borges (nos dice Alonso) explicaba las similitudes con la hipótesis de un autor universal, cuya existencia justifica las semejanzas y las grandes convergencias literarias que se dan a través del tiempo o del espacio entre autores que no siempre se han conocido. Quizás nosotros podamos agregar algo al platonismo borgeano: Las personas son como el diapasón: pueden vibrar con el sonido que les produce mayor resonancia.

Sí. Nuestro Alonso se les parece.

Este juego de lentes que van encajando en forma telescopada, entre realidad, ficción, entre autores y sus personajes y también con las creaciones de sus personajes, con las reminiscencias de otros autores… todo eso lo expresa bien el mismo Borges en su sueño de Alonso Quijano:

[…] El hidalgo fue un sueño de Cervantes

Y don Quijote un sueño del hidalgo.

El doble sueño los confunde y algo

Está pasando que pasó mucho antes.

Quijano duerme y sueña. Una batalla:

Los mares de Lepanto y la metralla

Voy a terminar señalando dos contradicciones en el discurso de Alonso:

Alonso no cree en la conveniencia de replantar especies en extinción, como lo dice a propósito de los osos y de los ciervos. Sin embargo, debe ser recordado como el responsable de la resiembra de los clínicos en un momento en que se habían literalmente extinguido.

Alonso afirma que el intento de eternizarse a través de un libro puede ser tan fútil como

“Aquel ensayo infantil de eternizar nuestras iniciales escribiéndolas en el vidrio opacado por el frío de la mañana, que el sol borraba un rato después”. (pág. 14)

Yo creo que esta vez el profesor Alonso ha equivocado su pronóstico. Creo que éste es un texto destinado a perdurar y felicito a quienes lo exhortaron a retomar la pluma para dar esto que no quiere que sea visto como un legado, pero que muchos reconocerán como genes que ahora ya circulan en la sangre o memes instalados en el imaginario de una nueva población de clínicos.

Juan Carlos Paradiso


Prefacio

Héctor O. Alonso

Lo que está y lo que no está

El presente libro es una recopilación de trabajos de distinta índole producidos entre algún momento de la década del 60 y la actualidad. Aunque, en efecto, de orígenes varios, los une un rasgo común, quizás mejor definidos por la negativa: no hay aquí obras que podrían denominarse de carácter técnico, científico o estrictamente médico. Lo que no se inserta en esa categoría podría (pero no necesariamente, debería) encontrar un lugar en estas páginas. Lo estrictamente médico, en efecto, ha sido deliberadamente excluido. Ésta es una fácil determinación. Los trabajos científicos tienen una vida limitada, como se sabe, y terminan por ser de poco interés, si es que alguna vez lo tuvieron. Y suelen carecer de cualquier significación general fuera de sus conclusiones, aunque eventualmente puedan connotar alguna. Hay pocas excepciones a esta regla. Los breakthrough, trabajos capitales que constituyeron un hito en el progreso de la ciencia, son, por cierto, escasos. El Origen de las especies mismo, un bólido que en 1859 impactó con enorme fuerza sobre la superficie serena de las ciencias del hombre, hoy tiene un valor histórico, aunque sin duda fue un trabajo científico de enorme significación general. Pero se podría estudiar con profundidad la teoría de la evolución sin ni siquiera hojear el insigne libro, aunque sería una lástima en un sentido histórico y humano. Tanto Francis Crick como Peter Medawar obtuvieron por separado el premio Nobel de Medicina gracias a investigaciones publicadas de impar trascendencia. Sin embargo, estoy seguro que ambos, excelentes escritores, seguirán siendo leídos por sus otros libros, humanísticos y conceptuales. ¿Qué queda para nosotros, tan distantes de los happy fews? En definitiva, el lector puede descansar en la seguridad de que en el caso presente no hay en absoluto pérdidas que lamentar, aunque el autor recuerde con afecto, enteramente personal, algunos trabajos. ¿Qué es entonces lo que está?

Aunque algo más se detallará en la Introducción y en los pequeños prólogos que me ha parecido importante incorporar a las distintas secciones, se puede decir que ahora que se han reunido escritos presentados (no hay aquí, con un par de excepciones, nada inédito) en distintas publicaciones o leídos en diferentes lugares públicos, temas generales aunque habitualmente relacionados con la medicina, que podrían ser leídos y comprendidos por cualquier interesado.

Además de la exclusión señalada, hay otras, deliberadas o no. Por natural e incorregible desorden, se han extraviado algunos trabajos de distinta naturaleza, cartas a periódicos, y creo tener memoria, conferencias leídas, y, por lo tanto, escritas. Otras conferencias no escritas, que son por lejos las más, naturalmente no pueden figurar aquí. Aunque esto se me ha reprochado, no tengo nada de que lamentarme en este terreno. Algo más expresaré al respecto en la sección pertinente. En resumen, es probable o seguro que algún material se haya perdido, sin que esto sea motivo de lamentaciones. Más sorprendente es la buena cantidad, quizás excesiva, que se ha podido rescatar. Esto significó, más que simple búsqueda, compleja arqueología. De las excavaciones, como por ejemplo alborotar viejas colecciones de periódicos en distintas bibliotecas a la pesca de extraviados artículos, participaron algunos generosos amigos a los que estoy especialmente reconocido.

En algún concurso perdido en el tiempo el reglamento exigía a los candidatos un escrito donde se señalaran los principios que guiarían su acción, caso de obtener el cargo. Para esto debí escribir algunas páginas que cubrían este aspecto. Aunque no despreciables, me parece, he decidido excluirlas, excepto algunos breves capítulos que todavía hoy representan razonablemente mi pensamiento.

También de propósito he excluido de esta recopilación un trabajo mayor al menos en extensión. Me refiero a un ensayo sobre el escritor inglés D. H. Lawrence que intenta demostrar, a través de un análisis de su vida y obra, que, en oposición a lo que se ha sostenido, no mantenía ideas totalitarias aunque su filosofía irracionalista lo acercaba peligrosamente a estas posiciones políticas. He excluido también alguna obra de ficción, cuentos, algunos de los cuales obtuvieron premios en su momento. Creo que desentonan en el contexto que he venido señalando. Y seguramente es exigir demasiado al probable, generoso lector.

Finalmente, se han perdido en el tiempo infinidad de notas, seguramente varios cientos, escritas en el ejercicio de mi cargo de profesor. Deben quedar algunas, en los cuadernos en los que escribía los manuscritos antes de la era de los procesadores de texto. La mayoría de esas notas fueron inútiles y solo sirvieron para restar tiempo a actividades más trascendentes, pero tal es la suerte de los que obligadamente caen en manos de la burocracia. Algunas, creo recordar, pudieron tener algún valor normativo, o enfatizar auténticos sentimientos académicos, y pueden haber sido eficaces en molestar a los sectarios que nunca faltan en ambientes supuestamente intelectuales, en el caso de que dichas notas fueran leídas por alguien. Si las menciono aquí es porque, retrospectivamente, me abruma el esfuerzo dilapidado.

Al escribir los pequeños prólogos a cada una de las secciones caí en la cuenta de que debía hablar de mí mismo y mi propia vida más de lo que me había propuesto al inicio de esta aventura. He tratado de limitar tales referencias al mínimo. Al cabo, sin embargo, advierto que una recopilación como ésta termina por tener, sin premeditación alguna, un carácter cercano, si no a una autobiografía, al menos a unas memorias encubiertas.

En resumen, lo que no está no se extrañará; lo que está será encontrado, para juicio de todos, a la vuelta de algunas páginas. Pero tengo conciencia de que creer que un libro común, que cuenta apenas como registro de un esfuerzo individual o grupal, puede persistir en el tiempo (fantasía que me parece aflige a algunos), tiene un firme parecido con aquel ensayo infantil de eternizar nuestras iniciales escribiéndolas en el vidrio opacado por el frío de la mañana, que el sol borraba un rato después.

lunes, 13 de julio de 2009

Consejo de Administración Fundacional

Presidente:

Dr. Héctor O. Alonso

Vicepresidente:

Dr. Alfredo J. Gutiérrez

Secretario:

Dr. Jorge A. Alice

Tesorero:

Dr. Carlos A. Lucente

Dr. Armando Schmukler

Dr. Carlos Balparda

Actividades


  • Conferencia Anual PROMIR a cargo de una personalidad científica de prestigio nacional e internacional.
  • Premio Anual PROMIR (ensayos sobre la problemática del internista y de la salud en general, y trabajos de investigación clínica)
  • Becas de apoyo económico para proyectos personales de investigación o perfeccionamiento técnico-profesional en el país o en el extranjero.
  • Ciclo de conferencias dirigidas a la Comunidad como parte de un programa de Educación para la Salud.
  • Contribución a las campañas de prevención del SIDA con material preparado por la Fundación.
  • Donación de material de estudio, como textos de Medicina, revistas especializadas a Cátedras, Instituciones y Residencias Médicas.
  • Becas para perfeccionamiento en Atención Primaria de la Salud para internistas.
  • Cursos sobre Atención Primaria dirigido a internistas y médicos en general.
  • Conferencias en Colegios Secundarios sobre orientación vocacional para la medicina.
  • Cursos sobre el tema “Como estudiar Medicina” orientado a alumnos de primeros años de la carrera.
  • Ciclo de conferencias Científicas, Culturales, Educacionales y de formación de Recursos Humanos.
  • Participación y Apoyo en Jornadas Nacionales e Internacionales de Medicina Interna
  • Edición y publicación de libros científicos



Historia

  • Constituida en 1992 por inquietud de un grupo de internistas, comenzó sus actividades en 1993.
  • Aunque la Fundación PROMIR ha establecido en sus estatutos un número de objetivos específicos de gran amplitud, su propósito central es la promoción y desarrollo de la especialidad Medicina Interna y la formación de recursos humanos para expandirla y perfeccionarla.
  • El Consejo de Administración de la Fundación entiende que estos propósitos son imperativos en el momento actual y de especial importancia para la Salud de la Comunidad. El rol del médico internista es este contexto debe ser considerado central tanto en los aspectos curativos como en la prevención y promoción de la salud.
  • Desde su creación la Fundación, en pos de sus objetivos, ha realizado actividades científicas, educativas y culturales dirigidas tanto a los profesionales como a la comunidad, estableciendo una continuidad con los objetivos fundacionales que nos animaron.